Posted: domingo, 4 de diciembre de 2011 by Victor Alexander Benavente Castillo in
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Cristóbal Colón

Posted: jueves, 1 de diciembre de 2011 by Victor Alexander Benavente Castillo in


Descubridor de América (Génova?, 1451 - Valladolid, 1506). El origen de este navegante, probablemente italiano, está envuelto en el misterio por obra de él mismo y de su primer biógrafo, su hijo Hernando. Parece ser que Cristóbal Colón empezó como artesano y comerciante modesto y que tomó contacto con el mar a través de la navegación de cabotaje con fines mercantiles.
En 1476 naufragó la flota genovesa en la que viajaba, al ser atacada por corsarios franceses cerca del cabo de San Vicente (Portugal); desde entonces Colón se estableció en Lisboa como agente comercial de la casa Centurione, para la que realizó viajes a Madeira, Guinea, Inglaterra e incluso Islandia (1477).
Luego se dedicó a hacer mapas y a adquirir una formación autodidacta: aprendió las lenguas clásicas que le permitieron leer los tratados geográficos antiguos (tomando conocimiento de la idea de la esfericidad de la Tierra, defendida por Aristóteles); y empezó a tomar contacto con los grandes geógrafos de la época (como el florentino Toscanelli).
De unos y otros le vino a Cristóbal Colón la idea de que la Tierra era esférica y de que la costa oriental de Asia podía alcanzarse fácilmente navegando hacia el oeste (ya que una serie de cálculos erróneos le habían hecho subestimar el perímetro del Globo y suponer, por tanto, que Japón se encontraba a 2.400 millas marinas de Canarias, aproximadamente la situación de las Antillas). Marineros portugueses versados en la navegación atlántica le informaron seguramente de la existencia de islas que permitían hacer escala en la navegación transoceánica; e incluso es posible que, como aseguran teorías menos contrastadas, tuviera noticia de la existencia de tierras por explorar al otro lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o nórdicos (o de los papeles de su propio suegro, colonizador de Madeira).
Con todo ello, Colón concibió su proyecto de abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de que la Tierra era redonda y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es e ignorar la existencia del continente americano, que se interponía en la ruta proyectada. El interés económico del proyecto era indudable en aquella época, ya que el comercio europeo con Extremo Oriente era extremadamente lucrativo, basado en la importación de especias y productos de lujo; dicho comercio se realizaba por tierra a través de Oriente Medio, controlado por los árabes; los portugueses llevaban años intentando abrir una ruta marítima a la India bordeando la costa africana (empresa que culminaría Vasco da Gama en 1498).
Colón ofreció su proyecto al rey Juan II de Portugal, quien lo rechazó asesorado por un comité de expertos. Probó suerte entonces en España con el duque de Medina Sidonia y con los Reyes Católicos, que lo rechazaron igualmente, por considerarlo inviable y por las desmedidas pretensiones de Colón.
Finalmente, la reina Isabel aprobó el proyecto de Colón por mediación del tesorero del rey, Luis de Santángel, a raíz de la toma de Granada, que ponía fin a la reconquista cristiana de la Península frente al Islam (1492). La reina otorgó las Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su arriesgada empresa; y financió una flotilla de tres carabelas -laPinta, la Niña y la Santa María-, con las que Colón partió de Palos el 3 de agosto de 1492.
Navegó hasta Canarias y luego hacia el oeste, alcanzando la isla de Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12 de octubre; en aquel viaje descubrió también Cuba y La Española (Santo Domingo) e incluso construyó allí un primer establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa María (el fuerte Navidad). Persuadido de que había alcanzado las costas asiáticas, regresó a España con las dos naves restantes en 1493.
Colón realizó tres viajes más para continuar la exploración de aquellas tierras: en el segundo (1493-96) tocó Cuba, Jamaica y Puerto Rico y fundó la ciudad de La Isabela; pero hubo de regresar a España para hacer frente a las acusaciones surgidas del descontento por su forma de gobernar La Española. En el tercer viaje (1498-1500) descubrió Trinidad y tocó tierra firme en la desembocadura del Orinoco; pero la sublevación de los colonos de La Española forzó su destitución como gobernador y su envío prisionero a España.
Tras ser juzgado y rehabilitado, se le renovaron todos los privilegios -excepto el poder virreinal- y emprendió un cuarto viaje (1502) con prohibición de acercarse a La Española; recorrió la costa centroamericana de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Regresó a España aquel mismo año y pasó el resto de su vida intentando conseguir mercedes reales para sí mismo y para sus descendientes, pues el rey Fernando intentaba recortar los privilegios concedidos ante las proporciones que iba tomando el descubrimiento y la inconveniencia de dejar a un advenedizo como único señor de las Indias.
Colón había descubierto América fortuitamente como consecuencia de su intuición y fuerza de voluntad. Aunque fracasó en su idea original de abrir una nueva ruta comercial entre Europa y Asia, abrió algo más importante: un «Nuevo Mundo» que, en los años siguientes, sería explorado por navegantes, misioneros y soldados de España y Portugal, incorporando un vasto imperio a la civilización occidental y modificando profundamente las condiciones políticas y económicas del Viejo Continente. Aunque los vikingos habían llegado a América del Norte unos quinientos años antes (expedición de Leif Ericson), no habían dejado establecimientos permanentes ni habían hecho circular la noticia del descubrimiento, quedando éste, por tanto, sin consecuencias hasta tiempos de Colón.

ALUMNO: Benavente Castillo Victor Alexander

José de San Martín

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(José Francisco de San Martín, llamado el Libertador; Yapeyú, hoy San Martín, Corrientes, 1778 - Boulogne, Francia, 1850) Héroe de la independencia americana. Hijo de Juan de San Martín, teniente gobernador de Corrientes, y de Gregoria Matorras, fue con Simón Bolívar una de las personalidades más destacadas de la guerra de emancipación americana.
En 1784 José de San Martín pasó con su familia a España, donde inició su carrera militar en el regimiento de Murcia (1789), con el cual, a los trece años, tuvo su bautismo de fuego en el sitio de Orán (1791). Más tarde intervino en las guerras del Rosellón (1793), de las Naranjas (1804) y de Independencia, que le supusieron distintos ascensos hasta alcanzar el grado de teniente coronel.
Tras esta fulgurante carrera y poco después de estallar la revolución emancipadora en América, San Martín, que había mantenido contactos con las logias masónicas que simpatizaban con el movimiento independentista, marchó a Londres (1811) y de allí a Buenos Aires (1812), cuyo Gobierno le encomendó primero la formación del regimiento de granaderos y más tarde la jefatura del ejército del Norte (1813), en sustitución de Belgrano.
El duro revés que éste había sufrido en Vilcapugio y Ayohuma a manos de los realistas cerraba prácticamente las posibilidades de avanzar sobre Lima, al tiempo que hacía vulnerable esa frontera, cuya custodia encargó a M. de Güemes, caudillo de Salta. Tras la derrota del ejército chileno en Rancagua (1814), San Martín dio amparo a O'Higgins y a sus tropas en Cuyo (Mendoza), de donde acababa de ser nombrado gobernador por J.M. de Pueyrredón.
En Mendoza José de San Martín se dedicó a organizar el ejército libertador, con el que se propuso invadir Chile cruzando la cordillera de los Andes, la mayor hazaña militar americana de todos los tiempos. Superadas las cumbres andinas, el 12 de febrero de 1817 derrotó al ejército realista al mando del general Marcó del Pont en la cuesta de Chacabuco, y el 14 entró en Santiago de Chile. La Asamblea constituida proclamó la independencia del país y le nombró director supremo, cargo que declinó en favor de O'Higgins.
San Martín viajó a Buenos Aires a fin de solicitar lo necesario para la campaña del Perú. Sin embargo, lo que recibió fue la oferta de intervenir directamente en las disputas internas del país, cosa que rechazó. Mientras tanto, las fuerzas patriotas habían sido completamente derrotadas en Cancha Rayada por el ejército realista de Osorio. De nuevo en Chile, San Martín reorganizó las desmoralizadas tropas criollas y venció a Osorio en los llanos de Maipú, el 5 de abril de 1818, asegurando de este modo la libertad chilena.
En seguida inició la campaña de Perú (1820), que culminó con la proclamación de la independencia peruana (1821) y su designación como protector, cargo que aceptó hasta la total pacificación del país. Celebrada la entrevista con Bolívar en Guayaquil (1822), donde ambos patriotas trataron el futuro del continente, San Martín renunció al Protectorado peruano y se retiró de la vida pública, embarcándose hacia Europa (1824). En 1829 regresó a Buenos Aires, pero no llegó a desembarcar. Afectado por las luchas fratricidas que enfrentaban a sus compatriotas, marchó de nuevo a Europa, radicándose en Francia.

ALUMNO: Benavente Castillo Victor Alexander

Francisco Bolognesi

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(Francisco Bolognesi Cervantes; Reyes, 1816 - Arica, 1880) Coronel peruano. Francisco Bolognesi es particularmente recordado por su heroica participación en la batalla de Arica, en la que murió el 7 de junio de 1880 luchando junto a sus soldados y después de pronunciar las célebres palabras: "Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho". Su valentía y coraje han pasado a la historia como ejemplo de soldado de honor y de espíritu guerrero. Hijo de Andrés Bolognesi, natural de Génova, y de Juana Cervantes, oriunda de Arequipa, fue su padrino el marqués de Montamira, caballero de la Gran Cruz Colorada. Realizó sus estudios primarios en Arequipa. En 1830, ingresó al Seminario Conciliar de San Jerónimo, donde estudió secundaria, sobresaliendo en el curso de matemáticas.
Desde muy joven, a la muerte de su padre (ocurrida el 27 de agosto de 1834), trabajó en El Comercio de Arequipa. Estudió contabilidad y llegó a dominar el francés. A los 24 años se dedicó a los negocios de manera independiente, pero su principal interés se centraba en la vida política del país, que por aquel entonces atravesaba una etapa de anarquía.
En 1853, con el grado de teniente coronel, fue designado ayudante del Estado Mayor General de la división de Arequipa, y posteriormente, el 28 de junio de 1854, fue nombrado comisario de guerra. Participó en varias batallas libradas en Ayacucho, Arequipa, Cusco y otros lugares. El 18 de abril de 1856, pasó a servir en la Inspección General del Ejército en Lima.
El 14 de noviembre de ese año fue nombrado edecán de campo del presidente de la República, el mariscal Ramón. En abril de 1857 empezó a ejercer el mando como artillero y el 7 de marzo del año siguiente fue ascendido al grado de coronel efectivo, por acción distinguida. En la campaña contra el Ecuador de 1860 participó como jefe de artillería.
Enviado a Europa para comprar piezas de artillería, regresó de Londres el 18 de enero de 1862 con el armamento adquirido. En 1872 pasó al retiro, dejando una brillante estela por su recia personalidad de militar a carta cabal en su calidad de excelente comandante de un regimiento de artillería. Cuando estalló la guerra con Chile, Francisco Bolognesi fue llamado para tomar las armas y defender la patria. En dicha contienda estuvo al mando de la tercera división y participó en las batallas de San Francisco y Tarapacá.
Después de la derrota de los ejércitos de Perú y Bolivia en la batalla de Tacna, el 26 de mayo de 1880, el sur del país quedó casi del todo perdido en manos chilenas. Únicamente en Arica quedaba una guarnición de 1600 hombres al mando de Bolognesi, que, aislada por tierra y por mar, estaba condenada a caer. Su emplazamiento era el morro de la ciudad, una cresta natural de unos trescientos metros que se elevaba al pie del océano.
El 5 de junio un parlamentario del ejército chileno, el mayor Juan de la Cruz Salvo, se acercó a pedir la rendición de la plaza a fin de evitar un derramamiento de sangre. El honor militar, aseguró, no debe llevar a un sacrificio carente de antemano de fruto. El ejército chileno tenía seis mil hombres y armamento superior; la proporción era de cuatro a uno. Ofreció una capitulación en términos dignos para los vencidos.
La noticia del desastre de Tacna había tardado en saberse en Arica. El dos de junio habían llegado cinco soldados sobrevivientes con la mala nueva, pero Bolognesi no pudo cobrar conciencia de la magnitud de la derrota y mantuvo la ilusión de que no todo se habría perdido; algunos batallones se habrían salvado y avanzarían a socorrerle.
Bolognesi escribió varios telegramas a Lizardo Montero a Moquegua y Arequipa, prometiendo que la plaza no se rendiría, pero pidiendo instrucciones y en especial la llegada de las fuerzas de Leyva, quien con tres mil hombres había sido comisionado por Montero para socorrerle. No recibió respuesta. Leyva, entonces en Tarata, viendo cortado el camino hacia Arica por la ocupación chilena de Tacna, había partido hacia el norte; o sea, la dirección contraria. Le quedaba todavía una carta: la retirada hacia el interior, el valle de Azapa, pero no tenía autorización para ello.
Desde meses atrás había comenzado a minarse el morro que preside el puerto, pero los chilenos capturaron al ingeniero Elmore, encargado de la labor, y descubrieron estos planes. De cualquier manera, la noticia de que el morro estaba sembrado de explosivos retrasó la decisión chilena de atacar y los empujó a negociar la rendición. Se ha dicho, pruebas que lo fundamenten, que Montero y Bolognesi habían concebido el plan de hacer volar todo el morro, con defensores y atacantes, e incluso la ciudad, si la batalla se veía perdida.
Francisco Bolognesi sabía que las minas podían fallar, ya que eran imperfectas, y que la clave de la defensa era la artillería. Lamentablemente, estaba compuesta de cañones que en su mayor parte no giraban en círculo, complicando la defensa. Ante el requerimiento del parlamentario enemigo, Bolognesi replicó: "Tengo deberes sagrados que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho". "Entonces, está cumplida mi misión", sentenció el mayor Juan de la Cruz Salvo. El coronel, le pidió sin embargo, unas horas para dar una respuesta final, porque quería consultar con sus comandantes, pero Salvo señaló que no había tiempo para ello y que debía volver de inmediato. Bolognesi le pidió aguardar unos instantes. Llamó a su estado mayor, les transmitió la comisión del parlamentario chileno y lo que había sido su respuesta. Todos se adhirieron a ella. El día seis se produjo la defección del coronel Agustín Belaúnde. Bolognesi lo mandó apresar, pero escapó y huyó hacia Moquegua. En el camino se cruzó con el prefecto de Tacna, Alejandro del Solar, quien se dirigía a Arequipa. Sorprendido del encuentro, Alejandro del Solar le preguntó por la suerte de Arica. Como Belaúnde no supiese responder, se imaginó el resto y lo hizo apresar. Estuvo a punto de ser fusilado, pero se le perdonó. Años después fue elegido diputado por la provincia de Tayacaja.
Los chilenos decidieron atacar por el lado este, el más escarpado, y no por el del mar, donde los peruanos habían concentrado la defensa. El día seis hubo intercambio de disparos entre la flota chilena y la artillería del morro y la del único navío peruano, el Manco Capac. El ejército chileno hizo varias maniobras de distracción para confundir a la defensa, dejando hogueras encendidas en un lado, movilizando las tropas hacia otro y utilizando a Elmore como parlamentario de una última propuesta de rendición, sabiendo que Elmore contaría a Bolognesi el emplazamiento de las tropas chilenas, que luego cambiarían. En realidad, Elmore malició, correctamente, que el ataque iba a tener lugar por el lado opuesto al que le empujaban a creer, pero Bolognesi, fiel a los reglamentos, no quiso recibirlo por tratarse de un prisionero del enemigo.
El día siete se produjo el ataque por el lado este, a las cinco y media de la madrugada. Tras tres horas y media de lucha la bandera peruana fue arriada del morro. Los tripulantes del Manco Capac hundieron el barco para evitar su caída. El plan de las minas no funcionó. Según una versión chilena, Bolognesi corrió hacia la Santabárbara poco antes del final para hacer explotar las minas; al ver que no pasaba nada, gritó "Traición". Los peruanos vieron morir casi la mitad de sus efectivos; entre ellos el coronel Bolognesi, ultimado de un culatazo.


ALUMNO: Benavente Castillo Victor Alexander

Simón Bolívar

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Caudillo de la independencia hispanoamericana (Caracas, Venezuela, 1783 - Santa Marta, Colombia, 1830). Nacido en una familia de origen vasco de la hidalguía criolla venezolana, Simón Bolívar se formó leyendo a los pensadores de la Ilustración (Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu…) y viajando por Europa. En París tomó contacto con las ideas de la Revolución y conoció personalmente a Napoleón y Humboldt. Afiliado a la masonería e imbuido de las ideas liberales, ya en 1805 se juró en Roma que no descansaría hasta liberar a su país de la dominación española. Y, aunque carecía de formación militar, Simón Bolívar llegó a convertirse en el principal dirigente de la guerra por la independencia de las colonias hispanoamericanas; además, suministró al movimiento una base ideológica mediante sus propios escritos y discursos. En 1810 se unió a la revolución independentista que estalló en Venezuela dirigida por Miranda(aprovechando que la metrópoli se hallaba ocupada por el ejército francés). El fracaso de aquella intentona obligó a Bolívar a huir del país en 1812; tomó entonces las riendas del movimiento, lanzando desde Cartagena de Indias un manifiesto que incitaba de nuevo a la rebelión, corrigiendo los errores cometidos en el pasado (1812).
En 1813 lanzó una segunda revolución, que entró triunfante en Caracas (de ese momento data la concesión por el Ayuntamiento del título deLibertador). Aún hubo una nueva reacción realista, bajo la dirección de Morillo y Bobes, que reconquistaron el país para la Corona española, expulsando a Bolívar a Jamaica (1814-15); pero éste realizó una tercera revolución entre 1816 y 1819, que le daría el control del país.
Bolívar soñaba con formar una gran confederación que uniera a todas las antiguas colonias españolas de América, inspirada en el modelo de Estados Unidos. Por ello, no satisfecho con la liberación de Venezuela, cruzó los Andes y venció a las tropas realistas españolas en la batalla de Boyacá (1819), que dio la independencia al Virreinato de Nueva Granada (la actual Colombia). Reunió entonces un Congreso en Angostura (1819), que elaboró una Constitución para la nueva República de Colombia, que englobaba lo que hoy son Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá; el mismo Simón Bolívar fue elegido presidente de esta «Gran Colombia». Luego liberó la Audiencia Quito (actual Ecuador) en unión de Sucre, tras imponerse en la batalla de Pichincha
En aquel mismo año Simón Bolívar se reunió en Guayaquil con el otro gran caudillo del movimiento independentista, San Martín, que había liberado Argentina y Chile, para ver la forma de cooperar en la liberación del Perú; ambos dirigentes chocaron en sus ambiciones y en sus apreciaciones políticas (pues San Martín se inclinaba por crear regímenes monárquicos encabezados por príncipes europeos), desistiendo San Martín de entablar una lucha por el poder y dejando el campo libre a Bolívar (poco después se marcharía a Europa).
Bolívar pudo entonces ponerse al frente de la insurrección del Perú, último bastión del continente en el que resistían los españoles, aprovechando las disensiones internas de los rebeldes del país (1823). En 1824 obtuvo la más decisiva de sus victorias en la batalla de Ayacucho, que determinó el fin de la presencia española en Perú y en toda Sudamérica. Los últimos focos realistas del Alto Perú fueron liquidados en 1825, creándose allí la República de Bolívar (actual Bolivia). Bolívar, presidente ya de Colombia (1819-30), lo fue también de Perú (1824-26) y de Bolivia (1825-26), implantando en estas dos últimas Repúblicas un modelo constitucional llamado «monocrático», con un presidente vitalicio y hereditario.
Sin embargo, los éxitos militares de Bolívar no fueron acompañados por logros políticos comparables. Su tendencia a ejercer el poder de forma dictatorial despertó muchas reticencias; y el proyecto de una gran Hispanoamérica unida chocó con los sentimientos particularistas de los antiguos virreinatos, audiencias y capitanías generales del imperio español, cuyas oligarquías locales acabaron buscando la independencia política por separado.

ALUMNO: Benavente Castillo Victor Alexander

Organismos Internacionales y nacionales que protegen al mundo

Posted: jueves, 27 de octubre de 2011 by Victor Alexander Benavente Castillo in
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Posted: domingo, 18 de septiembre de 2011 by Victor Alexander Benavente Castillo in
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